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Entró en la casa de Dios y tomando los panes de la ofrenda, comió de ellos, algo que no estaba permitido hacer a nadie, sino solamente a los sacerdotes. Y dio también a quienes lo acompañaban.

Y Jesús añadió:

— ¡El Hijo del hombre es Señor del sábado!

El hombre de la mano atrofiada (Mt 12,9-14; Mc 3,1-6)

Otro sábado entró Jesús en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía atrofiada la mano derecha.

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